Trabajo 21


BONDAGE PUNK Y UN MUERTO

En un rincón, en una discoteca de Londres conversaban dos punks y una mujer o lo que parecía serlo. El lugar era oscuro, apenas cubierto con una luz tenue, los muchachos tenían el cabello engomado hacia atrás y camisas con cuadros muy sueltas sobre sus cuerpos casi esqueléticos, otros traían los cabellos largos y revueltos con las sienes rapadas y maquillados de negro, la mayoría rodeaba a estos hombres de mallas para al final todos bailar, todos con saltos y movimientos de caderas. Al fondo cerca de lo que parecían los baños un hombre con el dorso desnudo y pantalón de cuero apretado fumaba un cigarrillo.

-¿Se siente bien no? -le preguntó Sid a Frau.
-¿quieres probar?–dijo ella o él-. ¿Tú que opinas, Sioux?
-bah, me limito a mirar -respondió Sioux
La mujer en corsé negro se acerco a lo que parecía un ducto de ventilación y prendió un cigarrillo. Eran las 6 de la tarde y exhalaba todo el humo que aspiraba de aquel agujero o sótano londinense. Al costado en un pequeño pasadizo, se divisaban unas paredes de cerámica verde agua, allí una persona estaba sujeta a la pared.

-Yo quiero heroína-anunció Sid.
-deja esa mierda quieres, estás muerto-añadió Sioux
-¿Entonces por qué carajo estoy aquí?
-no sé Sid, tengo la cabeza de cabeza haha-le explicó la Frau-. Pero puedes pedir otra cosa…-dijo de forma sugerente.
La Frau estaba atada de cabeza con nudos bondage, aquellas ataduras en hilos en color carmesí recorrían su cuerpo masculino sujetándola de manera torturadora.

-paren los dos-interrumpió Sioux.
-¿quieres de comer?-sugirió Frau.
-para esa boca Héctor, deja de insinuarte, ya me canse de tomarte fotos…
-pero esta interesante -exclamó el primero-. ¿Qué tienes contra mía? Puedo ofrecerles a los dos cualquier cosa…-y guiño un ojo.
-pues a mí dame heroína-dijo Sid.
-Eso es muchacho!!-animó Frau.-pide lo que quieras…
-basta Sid estás muerto, no existes, acostúmbrate, sólo nosotras te podemos ver
-así es, lo puedo ver ofrecerle lo que quiera-agregó.
-cállate Diamanda, Héctor o como te llames-interrumpió la que se llamaba Sioux.
Una mujer blanca con un corsé de látex, un cigarrillo, ojos maquillados con sombras negras, sus botas y mallas del mismo color en las piernas provocaban un contraste con el color de las cuerdas carmesí que ataban de cabeza a Frau Diamanda.

-Dame lo que quieras Héctor -irrumpió Sid.
Todos eran más o menos de la misma talla, Sid y Sioux estaban de negro y el primero muerto, Frau Diamanda no tenía ropa, solo cuerdas que la enrollaban y lastimaban. Era masoquismo puro.

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