Les ombres

 Mis pensamientos viajaban tan rápido como el paisaje que veía pasar por la ventana del tren, mis emociones salían cual volcán por la llama de mi mirada y mi pecho parecía tener un motor nuevo.

Y es que a veces necesitas algo más que ganas de vivir para poder tomar decisiones o ver las hojas de los árboles recién emergentes con alta definición. 

A veces necesitas algo más de poesía traducida en música, sintetizadores y bajos retros. 

Caminaba por la gran vía que cruzaba mi ciudad mientras la lluvia caía, después de bajar el tren, gustaba mucho retrasar mi llegada a casa, quería soñar despierta.

Era la sensación del instante, ese instante donde alcanzas el clímax de vivir y sabes que arrasa con toda mal pensamiento, que te dan ganas de bailar y cerrar los ojos y decir mierda este es mi lugar y momento.

Disfrutar siendo tú y no sentir nada de complejos, nada de preocupación por el futuro, solo sentir ese placer de casi morir pero estar vivo al cien por cien.

 

Sentir como un sol invisible te ilumina por dentro sin la necesidad de escocer tu piel.

Respirar, sonreír e imaginar.

 

Parecía atravesar una de las tantas escenas que imaginas mientras tomas café frente al jardín pero no, esta vez había roto la barrera del espacio y estaba en lugar casi de noche mientras en otro continente era de día. No sé como definir el sentimiento, pero podía sentir las flores de sakura caer sobre mis mejillas con la suave lluvia.

Aquel instante era como esperar al arcoíris después de la tormenta, era como  encontrar tu hogar en el corazón de una persona, como encontrar donde reposar cuando quieres que todo desaparezca y por primera vez entendí el sentido del dolor, de ese tipo de placer que te nubla toda la cabeza que hacía a la vez a todo tu cuerpo relajarse y casi apagarse.

 

Era como tener orgasmos sin tener sexo, era como mirarlo y perderse a miles de kilómetros dentro de un humano.

Era besarlo y sentir la fusión.

 

Mientras caminaba no podía evitar mirar a mi alrededor como niña con lentes nuevos, era tanta la dicha que quería llorar porque quería quedarme allí y aquella era la segunda vez que sentía familia en los brazos de alguien.

Y el terror quiso asomar.

La inseguridad de no tener un mañana.

El desamor.

El vacío.
El sentido de no supervivir.

 

No sé si yo le doy la misma magia que el me da. No sé si él siente esa fusión al hacer el amor.

Era como perderse en la ciudad pero sin preocuparse por los barrios peligrosos, era recordar su mirada mientras te besa, como si fueras lo más frágil del planeta y a la vez lo que más tiene que cuidar.

Era como mirar su alimento, su Santo Grial. Era como perderse en los ojos de alguien para siempre. 

 

Jamás mientras cruzaba las calles de mi ciudad hubiera imaginado perderme en los ojos de alguien.

De ese tipo de emoción que te hace sentir todo hasta la médula.

Lo sublime.

Lo que tienes miedo de perder.

Lo que te hace desear estar vivo.

Lo que te no hace perder la esperanza de encontrar el amor.

 

Las canciones se ven bellas, el hechizo es impenetrable, sus errores son cosas graciosas y su joda te jode pero es humano.

Solo quieres volar, soñar y reír.

No quiero pensar en lo que en los guiones se transforman cuando son películas, o sea que se arruinan.

Quiero que el episodio de esta serie no tenga un puto final.

Porque encontrar algo así más allá de acostarse con alguien es divertirse, aprender y fluir.

 

No sé si su anhedonia me alcance, no sé si nuestras manos darán el significado de la línea debajo del meñique. Esta no era una absurda competencia por conseguir un evento social de por vida…

En ese momento me detuve en plena calle, y mis ojos se pusieron llorosos:

-era algo que creí que jamás volvería a sentir…algo tan único como para cruzar los mares.

-mierda-dijo mi voz interna.- volverías a cruzar el océano por terminar de vivir a su lado…para siempre, si los para siempre existiesen.

 

 

 

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