Believer

Hay días en los que una cerveza puede ayudarte a dejar atrás los miedos para conectar y ser tú.
Encontrar ese momento que al caminar te viene torturando en los últimos meses, pero cuando estás simplemente a full, es cuando eres increíble y brillas, todo tu cuerpo brilla.

La cerveza desinhibe, es obvio, no es algo para depender de ella, pero empiezas a entender cómo las adicciones se forman, el punto creo yo, es recrear esa sensación sin depender de una sustancia.

Miro tus cabellos ahora canos, tu barba tupida. Y miro una foto tuya con el cabello largo, negro y ondeado. Me sabes a comida, a aquello que hace 13 años debimos hacer en un tarde de octubre, un día o dos antes. O tal vez jamás debí bajar del auto ese día, debí quedarme allí a esperar que tú seas el primero.

Pensar que aún tienes ese coche hace que me envuelvas en un olor a chocolate y alcohol. 
No sé cómo la ropa fue cayendo, no sé cómo pasaste de cuidarme a prenderme, no sé cómo pasamos de hablar a quitarnos la ropa porque esa parte el alcohol la borró. Me hiciste sentir mujer. 
Y yo fui mujer, la mujer que extrañaba ser.
Había olvidado cómo menear las caderas, como saborear mis propios labios y mi sabor.
Había olvidado que te estabas haciendo un creyente de mi cuerpo, de mis pechos pequeños y mis pezones duros por el momento.

No recuerdo cuánto tiempo pasó hasta ponerme la bata de tul y flores y que pasarás a mirar mi cuerpo para volver a decirme que querías otra vez.

Y le metimos más morbo.
Sabíamos que era algo prohibido, pero la idea de enviarme una foto a esa persona que nos unió en ese coche, nos rondó la cabeza. Tu lealtad de amigo se volvió cuestionable. Porque solo me quieres, porque solo me deseas, porque quieres que te pertenezca.

Pero yo no puedo. Porque ahora que me he recuperado a mi misma, esa opción es una mera fantasía. 
Debo de volver al escaparate, debo de volver a envolver mi cuerpo en el pole. 

Tu ayer me comiste en tu imaginación y yo a mi misma, pero no hay nadie más a quien quiera comer en persona que a alguien que no me ve de la forma salvaje como realmente soy. 

Soy prohibida y te hecho un creyente de la iglesia de mis caderas y cicatrices.
Un amante orador de mis curvas y un catador del vino de mis pechos.

Y yo solo vivo en tu fantasía porque solo pertenezco a un escaparate y juego con tus más oscuros deseos, como jugaría con tu barba y cabellos canos.

El precio a pagar es complejo señor terrateniente, el precio son las montañas y tus tardes de tenis. Cómeme en tus fantasías si solo podrás seguirme el ritmo.

(Believer - Imagine Dragons)




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