Dreamhouse
Había decidido partir, mi corazón se sentía amarrado a una mente en disturbios sin descansar ni dormir. Empecé a recordar donde mis sueños habíam vagado en una década anterior.
Polos más rotos, chompas de una colección de Vivianne Westwood, Xmal- Deutschland, alcohol, viviendo cada día como si fuera el último según un afiche de James Dean en mi pared.
Manejaba poco pero mataba con mi ropa... me preguntaba que sería de mí, dónde quedaban los restos de mis aventuras nocturnas: dormir en parques, bailar hasta que duelan los pies, ser joven y crear tu ropa, tu propia ropa porque no existía un gigante masivo al alcance de tu móvil, de hecho no existían los smartphones como ahora los conocemos.
Era música de los 80s, de esa venida de Alemania, con cortes de cabello extravagantes e inspiradores. Y recordé porqué vivía...cada fin de semana era una cura a mi enfermedad, bailar hasta morir. No fallar en lo demás y solo esperar al fin de semana.
Era yo alguien que solo vivía para la aventura y pues mal, porque no había nacido para vivir en una novela de ficción, pero heme allí yo más joven y con ganas de comerme el mundo... underground.
No fue una fase para mí, fue el inicio de lo más adelante se guardaría en mí. Si antes me rebelaba contra el sistema, hoy luchaba contra mocosos en el internado que no tenían consciencia de vocación de servicio. No me extrañaba, durante esos años había visto que en los documentales de Alemania existían enfermeros góticos, de día sin piercings, pálidos como vampiros; de noche amos del látex y el EBM y demás.
Hoy no era la chica anoréxica de mis veintes, si bien tenía más forma femenina, mi anatomía aún me daba alergia. Pero mirando a mi alrededor mi espiritu no se había borrado, solo escondido. Veía en mi habitación esculturas de fantasmas Kawaii, gatos negros, esqueletos de pvc, lila y negro, con toques rosas.
Buscar la identidad es tan básico como el instinto de vida, y muchos de estos días investigaba sobre a donde me llevaría la vida. Últimamente parecia revolcarme pero bueno no en vano había vivido en hospitales, agujas y mucho dolor. Eran mis marcas de guerra, jamás pensé que todo precisamente, ese dolor, sería mi escudo, mi mantra.
No lo decía en una forma de subcultura emo, pero sí en una forma de ironía. Ya no soportaba cargar un escudo tantos años. Mi mente me estaba drenando y mi corazón palpitando pero cuestionando su propósito día a día.
Quería depurar muchas cosas pero ante tanto me paralizaba y me daba sueño.
Era horrible ser consciente de todo, de no hacer el mal, de no lastimar, de sentir intensamente porque sino de que otra forma no se tiene sobre empatía. Trataba de apagar todo, como cual benzodiacepina.
Pero es imposible dejar de sentir...
(incompleto)
Kein Problem - Melotron
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