Efímero
Los nacimientos y la muerte se resumen en algo que tienen en común: son efímeros.
Momentos que son como chispas y resumen a la existencia humana en un parpadeo.
El peso de lo inevitable, de la decepción.
Hace cuatro días me enteré de un nacimiento y al día siguiente de una muerte.
Son dos personas que no están en mis coordenadas, son dos seres, uno que fue el resultado de una respuesta y al otro al que debía una respuesta.
Sí y no.
Rupturas e inicios.
Alfa y Omega.
El principio del fin, es nacer para morir.
Ambos sucesos me sacaron de mi estado de paz y llenura mental.
Ambos me desgarraron internamente el alma a su manera, haciendome ver roles que no tendre y amores que no sabré a que saben.
Uno es lo que dejé ir y el otro era la representación geográfica de un futuro.
Dos continentes, dos países diferentes.
Un contraste, una dualidad.
Es como si en 48 horas alguien me hubiera reseteado el amor más grande que tuve y todos sus recuerdos, como si fuera un archivo de computadora corrompido por un virus. La libertad del olvido, del cierre definitivo, de soltar la llave en un lago y seguir sin mirar atrás. Obvio era una casa inhabitable pero siempre era un recuerdo bonito y seguro, hoy no merece dar más vueltas no por sentimientos negativos sino porque mis códigos son claros. No es no.
Es felicidad sí porque la cicatriz es mínima y incisión fue masiva.
Por otra parte, me di cuenta al darme cuenta de la muerte una vez más, que pierdo oportunidades porque no me abrí, porque interiormente quería sanar y descubrir que estaba mal conmigo aquí adentro, pero al final vuelvo a la misma respuesta. Lo mio probablemente no está acá geográficamente hablando sino y el universo quiera al sur de mi razón.
La vida y la muerte.
Destape el vendaje, es como si hubieran liberado todas las cosas para poder abrime a una oportunidad nueva de cero. Oficialmente siento que todo en mi casa está más limpio y sin rastras.

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